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Ni hombre ni mujer: El sexo es un espectro



Artículo de Alexandra Hernández


El Gobierno de Estado Unidos está intentando establecer una definición legal de “hombre” y “mujer” a través de su Departamento de Salud y Servicios Humanos, basándose únicamente en la apariencia de los genitales y considerando que cualquier “ambigüedad” podría resolverse con una prueba genética. El Departamento afirma que los procesos para decidir el sexo en un certificado de nacimiento serán "claros, basados en la ciencia, objetivos y administrables".


El Gobierno de Estado Unidos está intentando establecer una definición legal de “hombre” y “mujer” a través de su Departamento de Salud y Servicios Humanos, basándose únicamente en la apariencia de los genitales y considerando que cualquier “ambigüedad” podría resolverse con una prueba genética. El Departamento afirma que los procesos para decidir el sexo en un certificado de nacimiento serán "claros, basados en la ciencia, objetivos y administrables".


Esta propuesta, acorde a un artículo publicado en una de las revistas científicas más importantes, Nature, es una “idea terrible que debe ser eliminada”, debido a que no está científicamente sustentada y que “desharía décadas de progreso en la comprensión del sexo” como una clasificación que se basa en características múltiples: genética, hormonas, gónadas, genitales externos e internos. Además, el artículo de Nature afirma que el género (escuchen, amigues de Con Mis Hijos No Te Metas) es “una construcción social relacionada con las diferencias biológicas, pero también enraizada en la cultura, las normas sociales y el comportamiento individual”.


Este intento de mantener el sexo como una clasificación binaria y no como un espectro socavaría los esfuerzos para reducir la discriminación contra las personas transgénero y aquellas que no entran en las categorías binarias de hombre o mujer.

Según algunas estimaciones, 1 de cada 100 personas nace con alguna forma de intersexualidad (genética, hormonal, genital, gonadal). A pesar de que aún se le considera como trastorno del desarrollo sexual, la mayoría de formas de intersexualidad no implican alteraciones médicas, es decir, no afectan el desarrollo de las personas.  Sin embargo, durante gran parte siglo XX, los médicos han alterado quirúrgicamente los genitales de los recién nacidos para que coincidan con uno de los sexos, esperando que el niñe se adapte. Con frecuencia se han equivocado, explica Nature: un estudio de 2004 rastreó a 14 niños genéticamente masculinos que recibieron genitales femeninos; 8 terminaron identificándose como hombres y la intervención quirúrgica les causó una gran angustia.


Sobre las personas transgénero, la revista indica que algunas evidencias sugieren que la identidad transgénero tiene raíces genéticas u hormonales, pero sus correlatos biológicos exactos no están claros. Más allá de la causa, organizaciones como la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics) aconsejan a los médicos tratar a las personas de acuerdo con su género preferido, independientemente de su apariencia o genética.


La comunidad médica y científica considera que el sexo es más complejo que solo hombre y mujer, y considera al género como un espectro que incluye a las personas trans y las que no se identifican como hombres ni mujeres. La propuesta del Gobierno estadounidense ignoraría el consenso científico.


La idea de que la ciencia puede llegar a conclusiones definitivas sobre el sexo o el género de una persona es fundamentalmente defectuosa. Las pruebas de ADN que verifican la presencia de un cromosoma Y tampoco son confiables: las personas con cromosomas XY pueden tener características femeninas debido a condiciones que incluyen la incapacidad de responder a la testosterona. Sin embargo, las pruebas hormonales para definir el sexo también son defectuosas, debido a que ciertas condiciones médicas pueden elevar los niveles de testosterona de las mujeres al rango masculino típico. Además, la recombinación genética puede transferir los genes del cromosoma Y a los cromosomas X, lo que da como resultado que las personas con cromosomas XX tengan características masculinas.


Para Nature, los intentos políticos de encasillar a las personas en hombre y mujer no tienen nada que ver con la ciencia, sino más bien con la intención de despojar de derechos y reconocimiento a las personas cuya identidad no se corresponde con estas ideas obsoletas de sexo y género.


No es la primera vez que la administración Trump ataca las protecciones legales para personas transgénero y no binarias. Y tampoco es el único que lo hace. En nuestro país y en otros países de Latinoamérica, el movimiento Con Mis Hijos No Te Metas y otros colectivos mal llamados pro familia esparcen la idea de que la familia natural solo está compuesta por hombre y mujer, que el género no existe y que nacemos solo como hombres o mujeres biológicos. Para Nature, estas ideas se gestan “haciendo mal uso de la ciencia, con el fin de dañar grupos marginados en la búsqueda de obtener puntos políticos”.


“Instituir una política con una definición estrecha de sexo o género y sin fundamento en la ciencia sería un gran paso hacia atrás para los Estados Unidos en temas de identidad de género” finaliza la revista.

No podríamos estar más de acuerdo.

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